jueves, 22 de octubre de 2009

¿Y la gente no se daba cuenta? (I)


Después de estudiar el Sistema político de la Restauración y su funcionamiento práctico.
Después de ver la críticas y denuncias de Joaquín Costa al día a día de la vida política y social española de finales del siglo XIX...
Me han preguntado:
¿Y la gente no se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo?.
Una pregunta muy interesante.
Me ha llamado la atención que muchos han pasado esta crítica al momento presente.
Advertirles que no se puede interpretar el pasado con mentalidad de presente, eso es un anacronismo histórico peligroso. Cuando Costa escribe no había ordenadores, ni Documento Nacional de Identidad, ni Televisiones, ni Censos...
tampoco existía Internet, Ni Operación Triunfo, ni Fama, ni Sálvame...
Pero Costa dice algunas cosas políticamente incorrectas, para antes y para ahora.
Me propongo ir sacando algunas de ellas haciendo una relectura de "Oligarquía y Caciquismo", la obra de la que hemos obtenido el texto a comentar.
Les ofrezco una primera entrada:
Sistema Educativo:
Costa escribe: «Gran parte de la culpa alcanza a las Universidades: lo que sobre organización política de España enseñan a la juventud es un solemne embuste de la Gaceta: en cambio, de la real y verdadera constitución no le dicen nada. Los catedráticos, con alguna rara excepción quizá, son los principales responsables de que se perpetúe ese convencionalismo criminal que ha postrado a la nación y la tiene en trance de expirar.»

Para Costa, la prensa también es responsable de la postración de España.
*.- Igual que el pueblo español no tiene ni madurez ni capacidad política, tampoco tiene capacidad para leer periódicos de forma crítica y racional.
*.- La opinión no surge de los ciudadanos, sino de los periódicos. Hace falta entonces una reforma también del cuarto poder.
*.- El periodismo hace que los ciudadanos abdiquen su facultad de pensar por sí mismos. Como la prensa está en manos de oligarcas, entonces la prensa es sumamente perjudicial para el pueblo español.
«Y así ha resultado que eso que llamamos opinión no tiene su fuente en la conciencia de la nación, sino que se forma en las redacciones de dos o tres periódicos; y como, por otra parte, esas redacciones no son, en lo general, cuerpos de tutores, patriciado natural, sino, al igual de la plana mayor de las facciones, cuerpos de oligarcas y de intérpretes y adscripticios suyos –que por esto no dejan oír a su pupilo otras voces que las propias–, el vasallaje práctico del gobernante resulta doblado por el vasallaje teórico del periodista, y entre los dos dan a España, según dije, aspecto de una nación maleficiada.»
Con las oligarquías periodísticas existentes, concluye Costa, es imposible el cambio que habría que realizar en la España en la que él vivía. La renovación de la prensa pues, es algo que se impone para Costa forzosamente.
Seguiremos.

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