viernes, 4 de diciembre de 2009

Lyceum


JOSÉ ANTONIO MARINA Y MARÍA TERESA RODRÍGUEZ DE CASTRO (Suplemento El Mundo)
(...) Durante la conversación en el jardín a la que me refiero, me contó que andaba buscando documentación sobre Elena Fortún, la autora de los cuentos de Celia y Cuchifritín, y que en uno de sus libros, Celia, lo que dice, el primero de la exitosa serie, había encontrado una palabra que le había intrigado: «Lyceum». La madre de Celia quedaba frecuentemente a tomar el té con sus «amigas del Lyceum».
Carmen había descubierto que se trataba de un interesante grupo de mujeres, de todas las tendencias políticas, que había fundado en Madrid una asociación cultural relacionada con una red internacional de Lyceums.
Pronunció un par de conferencias sobre este asunto, pero murió sin tener tiempo de seguir la pista con la tenacidad con que acostumbraba.
Mi curiosidad aumentó porque en la autobiografía de María Teresa León, mujer de Alberti (o mejor dicho, para adecuar el estilo al tema, mujer de la que Alberti era marido), leí: «En los salones de la calle de las Infantas se conspiraba entre conferencias y tazas de té». Y añadía: «El Lyceum Club no era una reunión de mujeres de abanico y baile. Se habían propuesto adelantar el reloj de España». El asunto no podía ser más interesante. (...)
Entre todos los movimientos feministas, las conspiradoras del Lyceum resultan un grupo muy atractivo, formado por mujeres brillantes y rompedoras que, además, vivieron una especie de parábola histórica.

Procedentes de ambientes ideológicos muy diversos, se reunieron durante años en un ambiente de concordia que se mantiene a pesar de que la sociedad española se enfrenta, y acaban dispersándose con la llegada de la guerra. Creen que la educación y la cultura pueden resolver los conflictos sociales. Son historias que se unen y se separan. Hilos vitales de procedencia dispersa que se cruzan para tejer un efímero tapiz y se vuelven a separar impulsados por las circunstancias. ¿Quiénes eran, de dónde venían, por qué se unieron, por qué se separaron, qué fue de ellas? (...)
El Lyceum se fundó en abril de 1926, en el marco de la dictadura de Primo de Rivera. Sirva como ejemplo de la posición que ocupaba la mujer entonces una de las ocurrencias del dictador: conceder el voto a la mujer con dos excepciones. No podían votar las mujeres casadas ni las dueñas o pupilas de casas de mal vivir. La razón que dio fue que quería evitar que en el matrimonio surgiesen disputas entre los esposos por causa de la política].
Tenía una noticia más del Lyceum: la divertida anécdota que Rafael Alberti cuenta en La arboleda perdida. La junta directiva del club le invitó a dar una conferencia en el mismo. El día anunciado, el poeta se presentó en el salón con una paloma enjaulada en la mano, un galápago en la otra, y vestido con una levita inmensa, desproporcionada, pantalón de fuelle, cuello ancho de pajarita y un pequeñísimo sombrero hongo en la punta de la cabeza. La conferencia fue al principio una muestra de humor absurdo. Recitó un poema titulado La estulticia, en la vena ripiosa cultivada a ratos por el poeta, y que sin duda no era digno de figurar en las Mil mejores poesías de ninguna lengua. (...) Los asistentes se rieron, pero Alberti, tal vez animado por las risas, se dedicó a criticar a conocidos escritores (Ramón Pérez de Ayala, Juan Ramón Jiménez, Ortega, D'Ors, Martínez Sierra, Valle-Inclán), lo que produjo la indignación de muchas de las espectadoras (entre las que se encontraban las mujeres de algunos de los mencionados), y el aplauso de algunas vanguardistas, como Ernestina de Champourcin, Concha Méndez -amante sufridora de Luis Buñuel- y Maruja Mallo. (...)
(...) Victoria Kent fue la vicepresidenta de la primera junta directiva del Lyceum. Aunque debemos tener en cuenta que el Lyceum no nació como resultado del impulso de una única mujer: lo que he podido recoger en diferentes fuentes es un sentir general, presente en muchas de ellas. Giménez Caballero proporciona en el folletín una serie de nombres de miembros importantes del grupo, cuyos apellidos tendré que investigar. «Zenobia, Pilar, María Luisa, Amalia, Mercedes, Matilde, Isabel, Carmen, la Condesa, Concha, María, Trudis, Clara».
Zenobia fue secretaria del Lyceum. Me parece una personalidad fascinante. (...) El Lyceum dejó de funcionar cuando comenzó la guerra civil. Cuando las tropas de Franco tomaron Madrid, el nuevo régimen incautó los locales del Lyceum, que se convirtieron en la sede del Círculo Medina, un lugar de reunión de la Sección Femenina de Falange. La política, que las mujeres del club habían tratado de apartar de su convivencia diaria para fomentar lo que las unía y evitar lo que las separaba, impuso al final su tiranía. (...)
El Lyceum resultó enseguida una institución sospechosa. Isabel Oyarzábal -que acabó siendo embajadora en Suecia- dice que «era el único lugar en Madrid donde se podía respirar, lo que hizo que tuviera mala reputación». Sus socias fueron etiquetadas de «criminales», «liceómanas», «ateas», excéntricas» y «desequilibradas».
(...) He encontrado una serie de artículos escritos bajo el seudónimo de Lorent en la revista Iris de Paz, una revista religiosa publicada por los claretianos. Este individuo consideraba a las liceómanas enormemente peligrosas; de hecho, pedía su hospitalización o confinamiento: «¡Desgraciados niños los que tienen una madre liceómana!... Pues al angelito que le tocó en suerte una madre liceómana sólo le queda el mísero recurso del pataleo cuando se ve desatendido, olvidado... ¡Pobres niños los que tenéis madres en el club! Quizás os valiera más tenerlas en la Patagonia. Sois para ellas un estorbo. (...)».
Lo que resultaba ofensivo era la coexistencia pacífica de maneras distintas de pensar o sentir. A eso se debía la variedad de gente relevante y famosa que pasó por sus salones. García Lorca dio una conferencia sobre la imaginación y la inspiración en poesía; Rivas Cherif dio una sobre la danza española, ilustrada con intervenciones de la bailarina Laura de Santelmo; Unamuno llevó a cabo una lectura de su obra Raquel encadenada; Azaña habló sobre el Quijote. Suscitaron mucha controversia, además de la conferencia de Alberti de la palomita y el galápago, la del doctor Lafora sobre la psicología de Don Juan o la del doctor Marañón sobre el amor y la eugenesia. Carmen Baroja nos cuenta en su Diario que no hubo intelectual, médico o artista que no diera una conferencia en el Lyceum. Los temas eran muy variados. En los años 30, se dio una conferencia en alabanza de la mujer gorda, especialmente como madre: «Una madre debe ser gorda», dijo el conferenciante. «Es preciso que una madre sea la mayor cantidad de madre posible».

LAS PROTAGONISTAS
VICTORIA KENT: [1892-1987. Abogada y política, fue diputada y Directora General de Prisiones]. Rosa María Capel describe de la siguiente forma a Victoria Kent: «No tenía un carácter muy agradable ni era locuaz con las personas que llegaban hasta ella. Mujer de gran decisión, de fuerte carácter, solía ir directamente al grano, no perdía el tiempo en rodeos innecesarios, decía lo que tenía que decir en pocas palabras, de forma clara y tajante, y volvía de nuevo a su trabajo, al que dedicaba su vida entera». Rosa Chacel apunta un dato menos formal: le gustaba el whisky. «Bebía como un marinero y estaba completamente en forma; subió mucho en mi estimación. (...)
Durante la guerra, ayudó a coordinar los suministros al frente y a crear refugios para niños, hasta que fue enviada a París, como secretaria en comisión de la embajada de la República, en 1937. Su misión era el cuidado de los niños evacuados. Se negó a llevarse nada más que unas fotografías, pensando volver, pero no regresaría hasta 1977.
ZENOBIA CAMPRUBÍ: [1887-1956, esposa de Juan Ramón Jiménez] En sus memorias, María Teresa León comenta a propósito de su muerte: «Zenobia Camprubí de Jiménez ha muerto en San Juan de Puerto Rico. Zenobía acababa de recibir el Premio Nobel. Me diréis: no, estás confundida, el Premio Nobel fue para Juan Ramón. Pero yo contestaré: ¿y sin Zenobia, hubiera habido Premio? (...) Juan Ramón Jiménez y Zenobia se exiliaron a Cuba, de donde pasaron a EEUU y Puerto Rico. Poco después de llegar a Cuba, Zenobia se unió a un grupo de mujeres cultas y activas, socias del Lyceum de La Habana.
MARÍA TERESA LEÓN. [1903-1988, escritora, esposa de Rafael Alberti] María Teresa León se sentía identificada con Zenobia, con su labor callada, invisible: «Ahora yo soy la cola del cometa. Él va delante. Rafael no ha perdido nunca su luz. (...)
[Condenada a vivir en un segundo plano, a la sombra del poeta que ama, cobra protagonismo durante la guerra civil, cuando se pone al frente de las Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro. Embutida en su mono de miliciana y su simbólica pistola al cinto, recorrió los frentes recitando, declamando, dirigiendo teatro, dando mítines...].
MARÍA LEJÁRRAGA. [1874-1974, escritora, publicó bajo el nombre de su marido Gregorio Martínez Sierra] Fue nombrada agregada comercial para Suiza e Italia, con residencia en Berna, en 1936. El final de la guerra sorprendió a María enferma en su casa de Niza. Tras la ocupación nazi de Francia, tuvo una vida clandestina bajo el nombre de Madame Martínez a secas. Los problemas se agudizaron y, para subsistir, a pesar de su creciente ceguera, trabajó bordando zapatillas.
ELENA FORTÚN [1886-1952. Escritora. Su nombre verdadero era Encarnación Aragoneses. Se exilió a Argentina en 1939. En 1948 decidió regresar a España].
«Carmen Baroja nos dejó una descripción entrañable de Encarnación Aragoneses, Elena Fortún, una de las compañeras más queridas pos las socias del Lyceum, una mujer curiosa y extravagante: Era encarnación pequeñita, de ojos grandes negros, ocultista, teósofa y espiritista, muy simpática, excelente persona, vegetariana, y un poco chiflada».
ISABEL OYARZÁBAL. [1878-1974, periodista, escritora, actriz y diplomática malagueña, de madre escocesa. Fue embajadora en Suecia y Finlandia con la República. En 1939 se instaló en México].
«Escritora, conferenciante, corresponsal de prensa extranjera, dramaturga, actriz, folclorista, traductora, diplomática, fue una de las vicepresidentas del Lyceum y miembro de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas. Esta malagueña de madre escocesa llegaría a ser embajadora de España en Suecia y Finlandia con la República.

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