viernes, 12 de octubre de 2012

El suicidio demográfico de España

El suicidio demográfico de España. Iván Vélez.- Alertadigital.

 Alejandro Macarrón Larumbe (Avilés, 1960) publicó el pasado año el libro El suicidio demográfico de España (Ed. Homo Legens, Madrid 2011, 269 págs.), trabajo que trata de someter a análisis uno de los problemas más graves por los que atraviesa la Nación española: el estancamiento, cuando no retroceso numérico, de su cada vez más envejecida población.

Con la novedad de la aplicación de técnicas estadísticas avanzadas, El suicidio demográfico de España trata sobre un material más que trabajado desde hace siglos. En efecto, la preocupación por la composición y contaduría de la población hispana tiene una gran tradición y trascendencia. Los censos, recuentos, catastros y vecindarios, son muy frecuentes en España sobre todo a partir del siglo XVI, alcanzando gran detalle en el XVIII gracias a los procesos reformistas emprendidos por los Borbones.
El alcance y objetivo de los mismos fue dispar, de ahí que podamos remontarnos a las cartas pueblas locales del siglo IX o referirnos a trabajos más amplios como el Censo de reclutamiento militar, confeccionado por Alonso de Quintanilla en 1482, las Relaciones Topográficas y el Censo especial e moriscos y esclavos, obras ambas encargadas por Felipe II, o el Vecindario de leva de soldados realizado en 1693.
Apoyada en un gran aparato gráfico, la obra denuncia, desde sus primeras páginas, los principales problemas que se perciben al analizar las cifras que ofrece, sobre todo, el Instituto Nacional de Estadística.
A grandes rasgos, éstos consisten en la baja tasa de fecundidad de las mujeres españolas, apenas compensada por la de las madres extranjeras, y el envejecimiento de la población, cuestiones que, en detalle, incorporan aspectos problemáticos en diversos sentidos. Por las páginas del libro planea una cifra: 2,1 es decir, el promedio de hijos por mujer que pueden asegurar la reposición de la población existente, cifra de la que las españolas se alejan si tenemos en cuenta que en 2010 se situó en un insuficiente 1,38, al que se llegó con la ayuda de las madres extranjeras.

Con unos registros tan alejados de la tasa de reposición, el futuro parece oscurecerse, pues nuestro autor conecta envejecimiento poblacional con ausencia de atractivos para el asentamiento de nuevos habitantes extranjeros que pudieran también dinamizar la economía. Y es que precisamente la incidencia de la inmigración es uno de los temas centrales del libro.

Tema polémico, pues recordará el lector que no hace muchos años, por España circuló, sobre todo en ambientes autodenominados «de izquierdas», un lema que rezaba: «ningún ser humano es ilegal». Frase que obviaba un detalle fundamental, a saber: que los que llegaban a las costas españolas tras jugarse la vida en una patera, o entraban a España en avión procedentes de Hispanoamérica, no eran seres humanos que venían a «enriquecernos culturalmente» –que también este ideologizado argumento se escuchó–, sino ciudadanos de sociedades políticas concretas que llegaban para intentar mejorar sus vidas y a menudo las de sus familias. Ocurre también, que no es lo mismo un ser humano islamizado que uno cristianizado.

Y esta circunstancia no es accesoria cuando se observa que en Cataluña y Murcia, por no hablar de Ceuta y Melilla, el creciente número de musulmanes no dejará indiferente el futuro de tales tierras y aun el de la propia España, que si bien pudiera mantener su unidad –cosa esta altamente discutible a la luz del panorama político actual– vería seriamente comprometida su identidad. Sea como fuere, lo cierto es que una de las conclusiones a las que llega Macarrón, extendiendo su análisis a otras naciones de diferentes credos religiosos, es que la elevación del nivel económico de las sociedades conlleva la bajada de la natalidad, por supuesto debido a la incidencia de lo que se ha llamado «planificación familiar», pero también a otros factores que tampoco gustarán a los rigoristas del progresismo.

A los métodos anticonceptivos y a la incorporación de la mujer a la vida laboral extrahogareña, añade el autor el impacto de las políticas españolas despenalizadoras del aborto o las facilidades de disolución matrimonial, a lo que debemos unir el desdibujamiento de tal concepto, merced a los políticamente correctos oficios de la dócil RAE, quien ya acepta un matrimonio sin madre.

En definitiva, el panorama descrito por Macarrón resulta desolador, particularmente en regiones como Galicia, Asturias o Castilla-León si de lo que se trata es de realizar el análisis sobre la división administrativa o autonómica actual, trabajo asequible por disponerse de estas cifras desde las propias administraciones, talladas a tal escala.

Otras conclusiones, acaso más interesantes e ilustrativas, se podrían obtener introduciendo las oposiciones campo/ciudad o interior/costa, pues la distribución de la población en relación con tales disyuntivas nos llevarían a introducir un prisma basal que pondría al descubierto estrategias políticas que el perfil autonomista a veces diluye.

En cualquier caso, Macarrón extrae una conclusión difícil de digerir en determinados contextos. En relación con la baja tasa de natalidad, problema que resulta ser el más acuciante para el futuro de los nativos españoles, don Alejandro resuelve que se trata en gran medida de una falta de voluntad por parte de los posibles padres.
Voluntad que, por otro lado, se ve comprometida por una serie de factores que si en algunos casos resultan insoslayables –por ejemplo los de carácter económico-, en otros brotan de atmósferas ideológicas tan extravagantes que llevan a la infertilidad por motivos ecológicos como los defendidos por el multimillonario norteamericano Ted Turner, verdadero ángel custodio de la observancia del cumplimento con la «huella ecológica» asignada a cada individuo que habita el planeta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues...han pasado nueve años y la natalidad española se ha ido hundiéndose aún más.En el fondo,es lo que "queremos" ,suicidarnos.Considerando tener hijos un atraso,el aborto progre algo muy bueno "porque la religión es lo peor que hay" ,declarar el mundo "superpoblado" (no será Argentina),y por lo tanto,debemos comenzar una "criba" y las feministas resentidas que dicen que un mundo "gobernado" por hombres debe desaparecer.Con estos planteamientos tan "liberales",que quieren??.Y todo el mundo pidiendo unas ayudas natalistas suecas y alemanas que allí no han servido de gran cosa.Nadie reflexiona sobre que hay muchísima gente muy bien situada económicamente...y tampoco tienen hijos en abundancia??.

Anónimo dijo...

Personalmente pienso que no vemos la interconexión.Imagínate una encantadora chica de diecinueve años,que queremos para ella??.Pues que vaya a la universidad,que hable estupendamente inglés y algún otro idioma,que viaje,que maneje su propio auto,que sea independiente y que no le aguante nada a un tío.Hijos??,uno o dos máximo.O mejor ninguno,que queda muy progre.El problema,que los españoles no quieren darse cuenta,es que para que exista esa chica encantadora previamente debe existir la madre CONEJA,la atrasada,la de la odiosa cadencia de vida de nuestras pobres abuelas y la que provoca un clamoroso rechazo social.Lo uno no puede ser sin lo otro.Está interconectado.Todo eso que hablan de crisis económica,paro,ayudas natalistas y malos salarios pueden meterlo en una bolsa y tirarlo a la basura.Jaque mate demográfico para España y Europa.Pietro D'Coimbra.Málaga.

Anónimo dijo...

Ahora estamos entrando en una fase de echarnos la culpa los unos a los otros.Un bebé humano sale [normalmente] de una vulva femenina,así que las primeras señaladas son las mujeres.Pero ellas le dan la vuelta a la pizza y los culpables son...los empresarios que crean empleos por su perversidad ante una empleada embarazada!!.Los empresarios culpan a los políticos [la verdad es que los políticos cobran de lo lindo aquí] y los pensionistas,que tienen ganas de pelea,piensan los jóvenes son unos hedonistas con nulo sentido del sacrificio.Y así sucesivamente estamos,todos culpando a todos.Mientras,año tras año,la situación empeora.España basa toda su defensa en la OTAN y nuestro primo del zumosol [USA] pero el otro día una fragata española abandonó Irán.Dentro de treinta años España será un país decrépito y envejecido,con despoblamiento,y puede ser que algún país africano nos intente invadir.El destino siempre sorprende.

Anónimo dijo...

Yo creo que nos hemos empeñado en crear un mundo de fantasía contranatura.Diciendo cosas como que tener muchos hijos es un atraso,que el aborto es algo maravilloso,que una adolescente no está para ser madre o que una mujer a los 45 [Kate Beckinsale lo ha conseguido pero no es lo normal] está mejor que a los 20.Sencillamente,no existe una mentalidad natalista y aquí el único atraso somos nosotros.

Anónimo dijo...

Firmado: Alberigo CARACCIOLA.Los Boliches.[MÁLAGA]