jueves, 14 de marzo de 2013

Azaña fue el hombre nuevo y la oratoria nueva



Azaña fue el hombre nuevo y la oratoria nueva”.
“En las Cortes destacó enseguida. Estaba propuesta la disolución de las Órdenes religiosas por el voto mayoritario de los partidos radical, socialista y radical socialista. Azaña era agnóstico. Habían sido disueltas siempre que la izquierda había gobernado España. El anticlericalismo en ésta tan cerril como el clericalismo.
Cuando Azaña se levantó a hablar le temblaban las manos, firmemente apoyadas en el pupitre del ‘Banco Azul’. Inteligente y valiente discurso. Las derechas todavía descargan su ira contra él y tergiversan su contenido. Sus palabras produjeron gran impacto en el Parlamento.
Los socialistas pidieron que se suspendiera el debate porque habían cambiado de opinión.
Fueron lamentables las frases de Baeza Medina que, en nombre de los radicales, se opuso al aplazamiento gritando: “pero ¿aquí venimos a discutir o votar?.
¡Triste y estúpido anticlericalismo, un movimiento pendular con la ancestral intolerancia clerical hispana!.
Nuestra taras históricas “obligaba a los rectores de la República a extremar sus medidas para salvar la paz religiosa de España. Y a sus enemigos a comprender los peligros que corrían instituciones a ellos muy caras de no favorecer, con una prudente actitud, la pervivencia o resurrección de la fe entre quienes estaban a punto de perderla o la habían ya perdido.
“Los hombres políticos de la República teníamos el deber de superar tales torpezas para asentar en España definitivamente un régimen de libertad y tolerancia”

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