domingo, 31 de marzo de 2013

Revolución y contrarrevolución



REVOLUCIÓN EN LA ZONA REPUBLICANA
El fallido golpe de Estado planteado por algunos militares contra la República había dejado libre de cualquier control a las organizaciones obreras.
La revolución se expandió en aquellos núcleos poblaciones donde el alzamiento había fracasado o no se había producido.
En todos esos sitios se crearon comités de control formalmente constituidos por los partidarios del Frente Popular junto a los anarquistas.
Una de las primeras actuaciones de estos comités de control fue la prohibición de los partidos de derechas y la confiscación de los bienes de todos aquellos que de una forma u otra se hubieran opuesto a la República.
En Madrid la dirección de este movimiento revolucionario recayó en la socialista UGT que trabajaba en relativa armonía con la anarquista CNT.
Detrás de la UGT empezaba ya a dar muestras de un gran activismo político el PCE con un sistema propagandístico hábilmente elaborado.
La división en el seno de PSOE les ayudó también a instalarse cada vez más en el seno de la sociedad republicana.
Los socialistas estaban divididos ya antes de la guerra en tres ramas, la revolucionaria con Francisco Largo Caballero, la moderada con Indalecio Prieto como cabeza más visible y la aún más moderada de Julián Besteiro contraria a la guerra.
Todas las industrias del Madrid republicano fueron requisadas y puestas en manos de comités de trabajadores.
Se estableció un nuevo sistema de reparto de alimentos pagados con vales emitidos por los comités.
El dinero quedó abolido lo que conllevaría un cierto caos económico porque cada localidad tendía a emitir sus propios billetes locales aumentando en gran manera la masa monetaria en circulación.

El ejemplo más claro de la Revolución se encontraba en Barcelona.
La capital catalana parecía el sueño dorado de cualquier anarquista.
Después de combatir a la rebelión, la guerra les había proporcionado la oportunidad ideal de conseguir la libertad y justicia que soñaban y que según ellos, una república burguesa no podía proporcionar.
Los anarquistas, a diferencia de lo que ocurría en Madrid, controlaban completamente Barcelona pero fieles a sus principios se negaban a monopolizar el poder.
En vez de eso, accedieron de buena gana a compartirlo en toda Cataluña dentro del Comité de Milicias Antifascistas.
Este comité fue el encargado de restablecer el orden público, organizar la producción y distribución de alimentos y al mismo tiempo de crear un ejército de milicias para defender la revolución.
Todas las grandes industrias de Barcelona pasaron a manos de la CNT.
Lo mismo ocurriría con los servicios básicos de agua, gas y electricidad.
Pero los anarquistas no eran los únicos integrantes de las fuerzas políticas al servicio de la República. La Generalitat, que como ya hemos dicho había quedado reducida a un gobierno sin autoridad, encontró en el PSUC (Partit Socialista Unificat de Cataluña) un aliado frente al predominio anarquista. El PSUC era un partido comunista afiliado al Komintern que pronto apoyó al gobierno de Lluís Companys con vistas a ejercer una mayor influencia en la política republicana. Otra fuerza a tener en cuenta era el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) partido revolucionario antiestalinista formado por ex comunistas catalanes.

En las ciudades y campos de Castilla la Nueva, y la Extremadura y Andalucía republicana el control lo ejercía también la UGT aunque los anarquistas pronto crearon numerosas colectividades agrarias fieles al ideario anarquista.
La distribución de alimentos de esas colectividades pasaba por las manos del comité local.
En la zona de Aragón controlada por la República se aplicó por primera vez en la historia las prácticas del comunismo libertario, regulado por el Consejo de Aragón radicado en la población de Caspe.
En Valencia, el éxito del comité local de la CNT-UGT a la hora de combatir a los rebeldes les dio la autoridad.
Pero Valencia era una ciudad más burguesa que Barcelona y se realizaron menos expropiaciones.
En el resto del Levante los anarquistas y los socialistas se disputaron el poder. Alcoy era anarquista, así como Xàtiva, Elche y Sagunto. Alzira y Elda eran socialistas.

En los territorios de la costa norte, aislados del resto de la España republicana, surgieron tres tipos de formas distintas de concebir la revolución.
*.- Una centrada en el País Vasco, otra en Santander y la última en Asturias.
*.- El País Vasco quedó sometido a un comité de defensa integrado por representantes del nacionalismo.
*.-  Los anarquistas eran mirados con desconfianza por este comité que decretó la expropiación de los bienes de sólo aquellos que habían participado de alguna manera en la rebelión.
Al mismo tiempo se hizo con el control de las principales industrias de la zona vasca. Sus relaciones con Madrid aunque pasaron por diversos altibajos fueron siempre de colaboración con la causa de la República, básicamente porque se hallaban convencidos de que sólo apoyando a este bando podían llegar a conseguir sus aspiraciones autonomistas.
En Asturias y Santander las relaciones entre la UGT, CNT y demás fuerzas republicanas tendió a estrecharse pero se hacía en falta una mayor cooperación entre ellas y la zona vasca.
Belarmino Tomás, el dirigente revolucionario de 1934, fue nombrado gobernador de la provincia con poderes delegados en el gobierno central.
Pero la táctica militar de estas regiones aisladas tendía a no ofrecer una única línea de actuación lo que iba en perjuicio de su defensa.

La revolución se celebraba en toda la España republicana con inmenso júbilo, pero no sólo era júbilo, también era sangre, la sangre de sus enemigos.
*.- Primera en la lista, la Iglesia. La Iglesia fue atacada porque la religión se había convertido en una de las pasiones de la política española desde 1931.
Para muchos revolucionarios la Iglesia representaba el inmovilismo político, la enemiga de la libertad. También le echaban en cara su ostentación de riqueza y su tradicional apoyo en las clases dirigentes.
La matanza de miembros de la Iglesia en Cataluña y Aragón fue enorme.
Trece obispos y más de 6.000 monjas y sacerdotes fueron asesinados durante los primeros días del frenesí revolucionario.
En ningún momento de la historia de Europa ni incluso en la historia mundial se había mostrado un odio tan desenfrenado por la religión y sus obras.
La guerra había actuado de válvula de escape para estos odios ya milenarios. Los crímenes anticlericales sirvieron para reforzar al mundo la imagen de una República roja y atea.
 No sólo la Iglesia se vio afectada por la revolución.

También entre diversas capas de la sociedad la revolución se cobró su tributo en sangre.
*.- Haber sido miembro de la Falange era fatal en todas partes.
*.- En las ciudades los representantes de la gran industria y de la banca fueron perseguido y en muchos casos asesinados.
*.-  En las zonas rurales la revolución vino acompañada de la confiscación de las tierras de los grandes terratenientes y su encarcelamiento o ejecución sumaria.
*.- Por ejemplo en el Madrid republicano muchas personas fueron ejecutadas en la Ciudad Universitaria al amparo del vacío de poder.
*.- La revolución había posibilitado que cada partido político creara sus propios comités de investigación que actuaban sin ninguna interferencia desde el gobierno central.
Ante la impotencia de la policía y los tribunales estos comités actuaron con total impunidad.
Lo mismo ocurrió en mayor o menor medida en el resto de la zona controlada por la República en los primeros y desenfrenados días de la guerra civil.

CONTRARREVOLUCIÓN EN LA ZONA NACIONAL
En las zonas de la llamada España nacional  todos los partidos políticos que habían apoyado al Frente Popular quedaron prohibidos e incluso desaparecieron los partidos de derechas incluida la CEDA.
Los únicos grupos políticos activos pasaron a ser la Falange y el Carlismo pero totalmente supeditados a la autoridad militar.
 Pocos días después del alzamiento los militares constituyeron la Junta de Defensa Nacional, una especie de órgano provisional de gobierno.
Se creó en Burgos el 24 de julio y su presidente fue el general Miguel Cabanellas.
La Junta era un órgano colegiado en el que los militares exponían y decidían la actuación a seguir durante las primeras operaciones de la guerra.
Al mismo tiempo se ocupaba de la aplicación de medidas contrarrevolucionarias.
Se decretaba la devolución de las tierras expropiadas, se declaraban ilegales todos los sindicatos y partidos del Frente Popular y la naturaleza laica del Estado republicano.

Pero la contrarrevolución también significaba venganza.
La represión fue un acto político dirigido por aquellos militares que, viendo fracasado el golpe, se dispusieron a tratar de invertir la situación creada por el estallido de la guerra civil.

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