miércoles, 17 de diciembre de 2014

José Luis Bonet: «Se oirán más opiniones a favor de ser a la vez catalán y español»

ESPAÑA / ENTREVISTAS ABC 2014
José Luis Bonet: «Se oirán más opiniones a favor de ser a la vez catalán y español»
ANNA GRAU / BARCELONA
Día 17/12/2014 - 03.19h
El 2 de marzo el presidente de Freixenet era en ABC un oasis dentro del desierto de silencios -cuando no adhesiones- en Cataluña. Con «peros» al TC por el Estatuto, pero con un pronóstico que hoy es un hecho
José Luis Bonet: «Se oirán más opiniones a favor de ser a la vez catalán y español»
ABC
Era domingo, 2 de marzo de 2014, y el presidente de Freixenet aparecía entonces como un oasis en un gran desierto de silencios -cuando no sonoras adhesiones- en medio de un clima imposible para los no soberanistas. Entonces, Artur Mas no había volado los puentes (tampoco había construido alguno) ni se creía el más astuto, ni había resucitado a su manera de una muerte política aparentemente segura. Tampoco había una medida exacta de cuántos estaban a bordo del viaje a ninguna parte de Mas y Junqueras (2.305.290, el 33 por ciento de los convocados en su desautorizada pseudoconsulta, de los que, a su vez, solo 1.861.753 votaron por la secesión).

Entonces parecía muy difícil desmarcarse y decir en voz alta lo que (si el resultado de la votación tuviese algún valor estadístico real, que tampoco debería considerarse así) piensan cerca de un 70 por ciento largo de catalanes: que además son y quieren ser españoles.
Hoy es presidente de la Cámara de Comercio de España, hace anuncios que, intencionadamente o no, irritan a los soberanistas y disparan la voluntad de compra entre quienes quieren a Cataluña, desde dentro y desde fuera. Entonces era un valiente casi único: su frase, a la postre, es una realidad hoy. Así fue la entrevista.
Buque insignia del empresariado catalán, aboga por «un diálogo amplio» sobre Cataluña: «Un problema de todos los españoles». «Habrá consulta legal y acordada, o no habrá consulta», asegura
Mientras unos se desmelenan y radicalizan y otros miran para otro lado, hay empresarios como José Luis Bonet Ferrer, presidente de Freixenet, que no dejan que les callen ni que los embarquen a ejercer de tragasables en el circo. Él tiene más que claro que se siente catalán y español, lo ha dicho públicamente y públicamente llama a la unidad, al diálogo y a la sensatez. «Casi seis millones de parados están mirando en qué acaba esto», recuerda.

—Qué difícil ahora mismo ser catalán, español y encima empresario, ¿no?

—Bueno, este es un momento en que hay muchos problemas, y entonces cada uno en su lugar tendrá que hacer esfuerzos para arreglarlos. Yo no veo otra manera de solucionarlos que hablando. En Cataluña decimos que «parlant, la gent s’entén» (hablando, la gente se entiende). Eso es lo que hay que hacer, cada uno en su sitio: los políticos en tanto que políticos, los empresarios en tanto que empresarios, y lo mismo para el resto de actores. Porque es un momento importante para el conjunto. Hay que esforzarse en que cada uno ponga lo que pueda de su parte para además hacerlo con absoluta libertad. Hay que respetar a todo el mundo, porque el respeto es la esencia de la democracia.

—¿Cómo les ha sentado a los empresarios que Artur Mas trate de implicarles en el proceso soberanista?
–Es difícil hablar por el conjunto porque hay de todo; lo que yo sí creo esencial es que todos los empresarios puedan manifestarse con tanta libertad de opinión como respeto a los demás.

—¿Y a día de hoy esto es así? ¿O se les presiona para que se signifiquen de determinada manera? ¿Debe tener miedo un empresario a que, según lo que diga, vea perjudicado su negocio en Cataluña?
—Los empresarios acostumbran a tener en cuenta todo esto. Es lógico que lo calibremos. Pero cada uno tiene que decidir, de acuerdo con su propia convicción, cuál es su postura. Y tratando de pensar, además, en el conjunto.

—Porque usted, por ejemplo, ¿se atreve a decir unas cosas que otros no?
—Eso yo no lo sé. Yo creo que debo decir lo que pienso, y por eso lo he dicho, aunque no es tampoco una novedad porque hace ya bastante tiempo que vengo explicándolo. Yo me siento catalán y español, y entiendo que esto es respetable porque yo respeto a todo el mundo, incluido el que dice que solo quiere ser catalán. Bueno, pues yo no veo incompatibilidad ninguna entre ser catalán y ser español.

—A raíz de eso, ¿se ha encontrado con situaciones de boicot, o simplemente de mal ambiente?
—El boicot y el mal ambiente pueden existir siempre. Pero cada uno tiene que actuar en conciencia. Yo creo que cada vez se oirán más opiniones en esta línea, en la de querer ser catalán y español a un tiempo, a medida que se vaya acercando el momento de tomar decisiones que son muy importantes para todos.

—¿A medida que se acerca la hora de la verdad?
—Yo soy consciente de que hay empresarios que no comparten lo que yo pienso, pero también de que hay otros empresarios que piensan como yo.

—¿Es un hecho que, a medida que pasa el tiempo, se dificulta la coexistencia pacífica de ideas distintas sobre este tema? Se lo pregunto porque hace un cierto tiempo mucha gente en Cataluña se sentía más o menos catalana, más o menos española, casi a la carta y con pocos roces. La paleta era muy amplia. Ahora parece, en cambio, que la cosa se haya radicalizado mucho, que sea el todo o nada.
—Yo creo que la solución no está en radicalizarse, sino en entenderse.

—Pero ¿por qué molesta más que antes querer ser catalán y español?
—Hay personas que pueden reaccionar negativamente si alguien se manifiesta en ese sentido, y yo creo que eso no es lo correcto, que hay que respetarse siempre que los planteamientos sean democráticos y pacíficos. Hay que poner en común y debatir precisamente para llegar a acuerdos, que es lo más conveniente.

—¿Y a usted le ha llevado mucha reflexión decidir que quiere ser catalán y español?
—No, yo siempre me he sentido catalán, español y europeo. Y persona en el mundo. Sigo sin ver en nada de ello incompatibilidad ninguna.
Estatuto: «Es un hecho que hay cosas que están vigentes en unos sitios y en otros no»

—¿Y qué ha cambiado para los que antes no la veían y ahora sí la ven?
—Existe un problema de relaciones entre Cataluña y el resto de España en el sentido que todos conocemos. Hay cuestiones que no están bien planteadas, y que a lo mejor habría que sentarse a hablar para cambiarlas.

—¿Estamos hablando de dinero, de la financiación?
—Hablamos de dinero y de otro tipo de relaciones que no son tan puramente económicas.


–¿Por ejemplo?
–Por ejemplo, que el Tribunal Constitucional tomara en relación con el último Estatuto de Cataluña unas decisiones que en cambio no se tomaron con otros estatutos.

—¿Otros estatutos igual de malos, quiere decir?
—Sin entrar a valorarlos, es un hecho que hay cosas que están vigentes en unos sitios y en otros no.

—¿Hay una vara de medir distinta para Cataluña?
—Por lo menos hay un problema ante el que también es lógico que la gente reaccione. Hay que hablar de esto.

—¿Y usted cree que se conseguirá hablar?
—Yo personalmente lo veo inevitable, porque cuando hay un problema, si no se habla, no se resuelve. Yo estoy convencido de que aquí, al final, habrá diálogo. Y de que va a ser un diálogo necesariamente muy amplio, porque aquí se está hablando de cuestiones que afectan al conjunto de los españoles. No solo a los catalanes. A los catalanes también, por supuesto, pero este es un problema de todos los españoles. Aquí se producirán muchas opiniones que deberán ser tenidas en cuenta.

—¿Usted cree que finalmente habrá consulta en Cataluña?
—Si no hay consulta legal y acordada, no habrá consulta. Eso es lo que yo pienso. Creo que lo deseable sería una consulta legal y acordada. ¿Cómo? Yo no lo sé, eso lo tienen que dirimir los políticos.

—¿Algún político le ha llamado a usted para pedirle en privado algún consejo, para recabar sus sugerencias?
—No. Yo he hablado públicamente, desde mi posición de empresario y como persona que soy; he dicho lo que pienso, lo que siento, lo que me parece. Y ya está. Eso ha tenido su repercusión pública.

—Hablemos de economía. Usted que conoce bien el mundo de la empresa. ¿En qué punto cree que estamos?
—Económicamente, Cataluña es una parte esencial de España. Todo lo que sea dividir es una equivocación. Hay que trabajar juntos; lo contrario, no entenderse, es muy malo para las dos partes.

—Aparte de mala, ¿la independencia es económicamente viable? ¿Se podría pagar?
—No tengo ni idea de si es viable. De lo que estoy seguro es de que sería perniciosa para todos.

—Todo este desencuentro ¿cuánto dinero nos está costando?
—No sé poner cifras a esto, pero sí sé que solo las energías que estamos utilizando para preocuparnos por todo esto no las empleamos en lo que realmente es prioritario, salir de la crisis. Ese debería ser el gran objetivo en este momento, más cuando existen cerca de seis millones de parados en España. Esa debe ser la prioridad, más cuando queda mucho trabajo por hacer. Yo, como presidente del Foro de Marcas Renombradas Españolas y de la Feria de Barcelona, llevo muchos años haciendo apología de la internacionalización de la economía española, que está en mantillas. Algunos lo hemos hecho, algunos hemos puesto un pie en el mundo, hemos demostrado que se puede y eso es muy importante para el país. El conjunto de la economía española tiene un recorrido tremendo por delante y no se puede perder más tiempo, hay que ir por ahí. Porque esta estrategia no solo ayudará a salir de la crisis, sino que supone también el asentamiento de las bases de futuro de la economía del país. La Feria aguanta el tirón en la actual coyuntura porque su objetivo es situarse en el mundo y ayudar al tejido productivo español a salir, que buena falta le hace. Si se tiene en cuenta que ese tejido productivo está integrado por pymes, la conclusión es que hay mucho trabajo por hacer.

—¿Cómo lograr que las pymes salgan?
—Se debe hacer todo lo posible. En la Feria ya son cada vez más conscientes de que o salen o mueren. Hay que facilitárselo todo lo posible. Por ejemplo, a finales de este mes de marzo tendremos una Alimentaria muy buena, donde se producirán más de 8.000 reuniones de contacto comercial, en su inmensa mayoría de pymes, con compradores de todo el mundo. Por ahí hay que empezar. Luego, el asunto dependerá de que sean prudentes, de que no pierdan la paciencia, porque este tampoco es un tema que se arregle de un día para otro. Pero hay que ir por ahí. Por eso esta Feria tiene éxito.

Futuro
—¿Y el Gobierno y la Generalitat hacen todo lo que pueden y deben? ¿Ustedes qué esperan?
—Esto hay que creérselo y predicarlo todo lo posible. Hace ocho años, todavía me encontraba en la Feria empresarios que me decían: "Yo aquí ya estoy bien y gano dinero, ¿por qué tengo que molestarme?". Pues hoy en día ya todo el mundo tiene claro que no hay otra opción. De las administraciones esperamos incentivos de todo tipo. De financiación, fiscales, lo que sea, ahora que estamos en el camino de la recuperación.

—De modo que sí, que esto se mueve. Que no es un cuento del Gobierno.
—Yo parto de la base de que la situación no es fácil, si alguien se cree que esto ya está ganado se equivoca. Pero estamos en el camino de la recuperación, y todo lo que sea acelerar e incentivar esa inercia será bueno. Luego, ya depende de las particularidades de cada sector. El sector en el que yo me muevo, que es la alimentación, pues es un sector ganador en el mundo. Y si hablamos ya del vino, pues el vino español es ganador. ¿Qué reto tiene? Pues que, con haber mejorado mucho, de los veinte millones de hectólitros que exporta, todavía diez millones son a granel. En una década eso tiene que convertirse en diez millones de hectólitros envasados con marca. Se puede hacer y se ha demostrado, y perdón por ponerme yo delante, pero es que lo ha hecho mi tío, José Ferrer: él ha demostrado que de cero se puede llegar a líder mundial en un subsector concreto como el de los vinos espumosos. Hay muchas empresas que ya han enseñado el camino al resto. El producto que tenemos es bueno, lo que nos falta es hacer el esfuerzo empresarial. Y como las administraciones, todas, cada vez se dan más cuenta de que este es el gran objetivo, pues estoy convencido de que van a ayudar todo lo posible. Por tanto, yo soy optimista.

—Pero a veces da la impresión de que las administraciones se gastan mucho dinero en marcarse unas jornadas del vino o el queso de tal sitio en Nueva York, por decir algo, y todo queda en ir y hacerse una foto.
—Es que, no nos engañemos, las administraciones no tienen que hacer ese esfuerzo directamente, el que lo tiene que hacer es el empresario. Estamos en un sistema capitalista. Y el motor de un sistema capitalista es el empresario. Ya pueden hacer algunos grandes discursos denostando a los empresarios, pero no por eso dejarán de ser la clave de bóveda del sistema. Si el empresario va, todos iremos. El papel de las administraciones es acompañarlos, facilitarles el proceso.

—Pongamos que yo tengo un pequeño negocio pues de eso mismo, de vino. ¿Qué tengo que hacer para internacionalizarme?
—Ir a Alimentaria lo primero. Tomar contacto con compradores extranjeros. Empezar a explorar. Empezar a ir a otras ferias internacionales. Conocer más compradores, más distribuidores. Y a partir de aquí, no cejar. Esto requiere mucho esfuerzo y mucha paciencia, pero es posible.

—Le cuento otra anécdota de Estados Unidos. Años creyendo que los americanos eran unos malvados que no nos dejaban vender allí el jamón español... hasta que un día se descubre que habían levantado la restricción hacía tiempo, pero que a la mayoría de productores les daba pereza adaptarse a los requisitos sanitarios, hacer un esfuerzo real para conquistar aquel inmenso mercado. Hasta que uno se atrevió.
—Yo insisto mucho en que el esfuerzo empresarial es esencial, pero en la base de todo está, efectivamente, la calidad del producto. Que nadie se imagine que va a exportar sin calidad. Pero aquí la tenemos, y además la tenemos a un precio exageradamente barato, lo cual, por cierto, tendrá que ir resolviéndose con el tiempo. De momento pasa por que mucha gente está en los inicios y, por ello, no tiene toda la seguridad en sí misma que debería tener.

«El Estado está apoyando muchísimo a Cataluña para salir de la crisis»
—¿Qué le parece el anuncio de tarifa plana de la Seguridad Social para la creación neta de empleo?
—Todo lo que se pueda pensar vale si sirve para ayudar a la gente a tomar posiciones en el mundo, que no es fácil. Toda la estructura del Estado tiene que ayudar; el Gobierno, pero también las comunidades autónomas, y tienen que ir además coordinados. Porque este es un objetivo nacional prioritario.

—Pues ahora mismo la coordinación con Cataluña no es la óptima.
—Yo creo que la hay.

—¿Es verdad que la Generalitat ha rechazado iniciativas conjuntas con la Marca España porque «contamina»?
—Puede haber algún caso. Pero yo desde la Feria he visto al Ministerio de Agricultura, por ejemplo, colaborar muy a fondo con la correspondiente consejería de la Generalitat. Esta colaboración es absolutamente necesaria a todos los niveles.

—Es decir, en la práctica, el Estado apoya mucho a Cataluña
—Sí, sin duda, con las limitaciones que ha planteado la crisis, que es muy dura.

—Se le nota a usted que suda la camiseta, que siente los colores.
—Mire, yo creo en mi país. Y creo que la gente de mi país será inteligente y se entenderá para que el país pueda progresar. Queda mucho camino por delante para que los casi seis millones de parados dejen de estarlo. Es verdad que hemos superado la recesión y hemos iniciado la recuperación, pero queda mucho por hacer. Por ejemplo, tenemos ahora un 50 por ciento de paro juvenil. Bueno, pues buena parte de ese desempleo debería desaparecer por la vía de la formación. Es que España tiene que aprender a adaptarse cuanto antes a la globalización. No tienen que internacionalizarse solo las empresas, también deben hacerlo los trabajadores. Y esto significa, sin ir más lejos, saber inglés. Mi generación ha podido funcionar sin saberlo, pero la generación de los jóvenes de hoy no podrá. Por tanto, no hay mal que por bien no venga. Este momento tan difícil para la juventud tendría que impulsar a muchos a pasarse dos años fuera aprendiendo inglés y viendo mundo. Y a partir de ahí se colocarán sobradamente en las empresas que tendrán que adaptarse a la globalización y que necesariamente recurrirán a este tipo de perfiles.




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