domingo, 15 de febrero de 2015

Queremos ayudar a los ciudadanos para que tomen sus propias decisiones

El cambio sensato
ALBERT RIVERA / LUIS GARICANO 15 FEB 2015 - 00:00 CET
Los españoles tenemos mucho de lo que enorgullecernos en las últimas décadas.
Contrariamente a lo que sugieren muchos que critican todo lo construido desde la Transición, entre los años 1978 y el 2000, España experimentó un período de creciente convergencia económica y política con Europa.
Desde la Constitución democrática, hasta la entrada en el euro, pasando por la entrada en la OTAN o en la Unión Europea, España fue cumpliendo hitos hacia un futuro común con Europa.
Y a medida que el país se hacía más libre y democrático, la economía crecía. En esos años creamos una democracia imperfecta, pero que mejoraba cada año, un sistema sanitario excelente, y un Estado de bienestar que redujo enormemente la pobreza.
Desgraciadamente, y aunque los españoles no fuimos conscientes de ello, tras la entrada en el euro el proceso de convergencia se detuvo y España entró en un camino muy diferente del que había seguido con anterioridad.
El euro permitió unos años de dinero fácil, de gasto suntuario en ciudades de las artes y la cultura, de pelotazos, de corrupción, de capitalismo de maletín y de “amiguetes”.
No hay indicador más claro de este cambio que el abandono escolar, que, tras haberse reducido continuamente durante dos décadas, invirtió su tendencia en el 2000 hasta convertirse en uno de los mayores de Europa.
Los jóvenes recibían la señal de que, con el dinero fácil, no hacía falta estudiar, sino empezar a trabajar, cuanto antes, y preferentemente en la construcción. La (relativa) dicha del dinero fácil fue breve: tras unos años de vivir el espejismo de un crecimiento sin productividad, alimentado por el ladrillo, la burbuja explotó y nos sumergimos en una profunda crisis.

La burbuja, y la cultura del pelotazo, los chanchullos y los enchufes nos han dejado con una España que no está preparada para competir en el mundo de la globalización, ni en la revolución de las tecnologías de la información: el fracaso de nuestro sistema educativo, el vaciamiento de los principios del mérito y la capacidad en el sector público, la desaparición de miles de pymes, en muchos casos por retrasos e impagos del sector público, dejan una economía que tendrá muchos problemas para generar el crecimiento necesario para acabar con el paro, asegurar la sostenibilidad del Estado de bienestar y el futuro de nuestros hijos. Además, el reparto del coste de la crisis ha sido brutalmente injusto: los jóvenes y los desempleados de larga duración han visto recortadas radicalmente sus oportunidades. Es difícil construir una vida desde la precariedad.

Hemos vivido demasiados años en la corrupción y en el chanchullo
Ahora se trata de reconducir a España a la senda del crecimiento económico, la igualdad de oportunidades, la cultura del esfuerzo y la honestidad, y la profundización de la democracia por la que se había encaminado tras la Transición. Para ello necesitamos un modelo de crecimiento basado en el conocimiento y en la formación, en el esfuerzo y en el mérito.
España necesita una revolución educativa e institucional que permita a los españoles recuperar la confianza en que el futuro será mejor que el presente, que nuestros hijos podrán aspirar a una vida mejor que la que nosotros disfrutamos.
Para lograr este objetivo no existen atajos ni soluciones mágicas, sino buenas políticas basadas en la experiencia de otros países. Existen sociedades, sobre todo en el norte de Europa, que han demostrado ser capaces de combinar la flexibilidad para encajar en la economía mundial con la igualdad de oportunidades y la seguridad para sus ciudadanos. El programa económico que presentaremos este martes 17 de febrero en Madrid intenta orientar a nuestra economía e instituciones en esa dirección.

Se trata de cambiar, de reformar, de regenerar, sí. Hemos vivido demasiados años en la corrupción y en el chanchullo. Pero se trata de hacerlo desde la sensatez, desde la seguridad, manteniendo la confianza tanto de los españoles como de los extranjeros que nos deben prestar cientos de miles de millones cada año para refinanciar nuestra deuda y el déficit público.
Frente a visiones intervencionistas de la regeneración que España necesita, los ciudadanos son el centro de nuestra actuación. Queremos capacitar y ayudar a los ciudadanos para que tomen sus propias decisiones, pero para ello necesitan toda la información sin trampas. Por ello, el cambio que proponemos parte no solo de la seguridad y la confianza, sino también de la transparencia.

Nos comprometemos en nuestro programa a instaurar un riguroso programa de evaluación continua
Nuestro programa económico tiene cuatro prioridades.
*.-  La primera es la de luchar por asegurar un salario digno y por eliminar las causas de la desigualdad y la pobreza.
*.- La segunda es asegurar la educación de nuestros jóvenes para la economía del conocimiento.
*.- La tercera, facilitar la innovación y el crecimiento de las empresas y la actividad de los autónomos.
*.- Y la cuarta, asegurar una fiscalidad justa, la sostenibilidad del gasto público y del Estado de bienestar, y la lucha contra la corrupción y por unas instituciones transparentes.

Nuestras propuestas tratan de reflejar las mejores prácticas de otros países y la mejor evidencia sobre lo que funciona. Pero cada país es diferente, y lo que funciona en uno puede no funcionar en otro. Por ello nos comprometemos en nuestro programa a instaurar un riguroso programa de evaluación continua de todas las políticas, de forma que aquellas que no funcionen como deseamos sean rediseñadas o eliminadas.
Las propuestas que haremos el martes no serán un punto final. Al contrario, abriremos un debate con la sociedad sobre nuestras propuestas, de modo que podamos incorporar las mejores ideas de todos. Pretendemos que este documento se discuta en las redes sociales Twitter, y Facebook, en hogares, en escuelas, en Universidades, en empresas y Administraciones. Pretendemos que sea un documento vivo, que cambie y evolucione con las aportaciones de todos los ciudadanos.
 Albert Rivera es presidente de Ciudadanos y Luis Garicano es catedrático de Economía y Estrategia de la LSE y coordinador del programa económico de Ciudadanos.

No hay comentarios: