jueves, 12 de marzo de 2015

Dictadura de Primo de Rivera

La Dictadura de Primo de Rivera fue el régimen político que hubo en España desde el golpe de Estado del Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, hasta la dimisión de éste el 28 de enero de 1930 y su sustitución por la «dictablanda» del general Berenguer.

*.- Desde el desastre del 98 se produjo en España una creciente interferencia del Ejército en la vida política.
La la Ley de Jurisdicciones de 1906, y la crisis española de 1917 en la que cobraron un especial protagonismo las autodenominadas Juntas de Defensa, integradas exclusivamente por militares.
Los intentos regeneracionistas fracasados de Silvela, le siguió la intentona de hacer una “reforma desde arriba” del conservador Maura, que tuvo que dimitir tras los sucesos la Semana Trágica de Barcelona en 1909.
Posteriormente Canalejas intentó un programa reformista liberal, que tampoco logró resolver los problemas estructurales.
Los partidos tradicionales de la Restauración fueron debilitándose mientras fue creciendo la implantación de los partidos republicanos y de las organizaciones obreras (CNT, PSOE-UGT).
La Primera Guerra Mundial trajo un periodo de pujanza económica gracias al auge de exportaciones a los países combatientes, pero supuso también un desabastecimiento interno y un alza de precios.
La Revolución rusa sí causó un hondo efecto, convirtiéndose en referente del movimiento obrero revolucionario y alarmando a la burguesía.

Las décadas de 1910 y 1920 vieron cómo la crisis se acentuaba.
La guerra en Marruecos era altamente impopular y carecía de beneficios económicos, pero era una cuestión de honor para el ejército.
Éste sin embargo se hallaba dividido por el sistema de ascensos entre los africanistas que defendían los méritos de guerra y los que preferían la antigüedad.
El ejército fue determinante en el fracaso de la huelga general de 1917.
Con el paso del tiempo, la suspensión de garantías constitucionales y el estado de excepción se fueron haciendo normales como forma de combatir el pistolerismo.

En 1921, el líder rifeño Abd-el-Krim derrotó al ejército español en Annual, en lo que fue un duro revés al dominio español de Marruecos.
El "desastre de Annual" motivó una comisión investigadora parlamentaria y la redacción de un informe (Expediente Picasso) sobre la situación del ejército en Marruecos y las responsabilidades de la derrota que se convirtió en una dura crítica al régimen político y que llegaban hasta el rey.

El Manifiesto de Primo de Rivera
AL PAÍS Y AL EJÉRCITO.
Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que liberarla de los profesionales de la política, de los hombres que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso.
La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real.
Con frecuencia parecen pedir que gobiernen los que ellos dicen no dejan gobernar, aludiendo a los que han sido su único, aunque débil, freno, y llevaron a las leyes y costumbres la poca ética sana, el tenue tinte de moral y equidad que aún tienen; pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al turno y al reparto y entre ellos mismos designan la sucesión.
Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas, que, sin, poner remedio a nada, dañan tanto y más a la disciplina que está recia y viril a que nos lanzamos por España y por el Rey.
Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada que espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria preparamos. ¡Españoles!¡Viva España y viva el Rey!
No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos, depreciación de moneda; francachela de millones de gastos reservados, sospechosa política arancelaria por la tendencia, y más porque quien la maneja hace alarde de descocada inmoralidad, rastreras intrigas políticas tomando como pretexto la tragedia de Marruecos, incertidumbres ante este gravísimo problema nacional, indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista, impiedad e incultura, justicia influida por la política, descarada propaganda separatista, pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades, y… por último, seamos justos, un solo tanto a favor del Gobierno de cuya savia vive hace nueve meses, merced a la inagotable bondad del pueblo español, una débil e incompleta persecución al vicio del juego.
No venimos a llorar lástimas y vergüenzas, sino a ponerles pronto y radical remedio, para la que requerimos el concurso de todos los buenos ciudadanos. Para e!!o y en virtud de la confianza y mandato que en mí han depositado, se constituirá en Madrid un directorio inspector militar con carácter provisional, encargado de mantener el orden público y asegurar el funcionamiento normal de los ministerios y organismos oficiales, requiriendo al país para que en breve plazo nos ofrezca hombres rectos, sabios y laboriosos que puedan constituir Ministerio a nuestra amparo, pero en plena dignidad y facultad, para ofrecerlos al Rey por si se digna aceptarlos.[...]
13 de septiembre de 1923

El 13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado.
La reunión prevista de las Cortes Generales para fechas inmediatamente posteriores con el objetivo de analizar el problema de Marruecos y el papel del ejército en la contienda pudieron constituir el detonante último de la sublevación.
A esta situación se unió la crisis del sistema monárquico en el que los partidos del turno fueron incapaces de afrontar un régimen democrático pleno.
El 14 de septiembre, el gobierno legítimo pidió al rey la destitución inmediata de los generales sublevados, y la convocatoria de las Cortes Generales, pero el monarca no apoyó la medida y el gobierno tuvo que dimitir. Poco después Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera Presidente del Gobierno. En el Manifiesto de los sublevados se invocó la salvación de España de "los profesionales de la política".
Se creó un Directorio Militar con ocho generales de brigada del Ejército y un contralmirante. Se suspendió la Constitución, se disolvieron los ayuntamientos, se prohibieron los partidos políticos, se crearon los Somatenes como milicias urbanas y se declaró el estado de guerra.


A partir de la aceptación del golpe de Estado de Primo de Rivera, el rey ya no actuó como monarca constitucional, sino como jefe del Estado de una nueva fórmula política de "dictadura con rey", que se iba a difundir más tarde por otras monarquías europeas.
En principio la Dictadura iba a ser un régimen temporal —Primo de Rivera dijo que su propósito era permanecer sólo noventa días tiempo suficiente para regenerar el país—, pero duró seis años y cuatro meses.

El 14 de septiembre de 1923 se declaró el Estado de Guerra, que duraría hasta el 16 de marzo de 1925. El 15 de septiembre se aprobó el Decreto que establecía un Directorio militar que asumía todas las funciones del poder ejecutivo.
Primo de Rivera se convertía en Jefe de Gobierno y único ministro.
A la disolución de las Cortes se unió el día 18 de septiembre un Decreto que prohibía el uso de otra lengua que no fuera el castellano, ni de símbolos como banderas vascas o catalanas.
La Mancomunidad de Cataluña fue intervenida y se disolvieron las Diputaciones Provinciales, se restringieron las libertades políticas, se anuló el sistema de representación, se suspendieron las garantías constitucionales y se censuraron las publicaciones de la prensa.

El Directorio militar (1923-1925.
La primera medida que tomó el Directorio fue la destitución de las autoridades provinciales y locales (gobernadores civiles, alcaldes, presidentes de las diputaciones) que fueron sustituidas por militares, cuya primera misión fue el restablecimiento del orden público por el método de declarar el estado de guerra, lo que suponía la suspensión de las garantías constitucionales (como la inviolabilidad del domicilio, la libertad de reunión y asociación, etc.) y la atribución a la jurisdicción militar de los "delitos políticos" (incluidos el de ostentar banderas no nacionales o utilizar en actos oficiales lenguas no castellanas) y buena parte de los delitos comunes.
Otra de las primeras decisiones del Directorio también tuvo que ver con el orden público: mediante un decreto de 17 de septiembre, se extendió la institución catalana del Somatén a todas las provincias de España.
La declaración del estado de guerra condujo a que se restableciera la "paz social". Desapareció casi por completo el pistolerismo (sólo se registraron 51 atentados entre 1923 y 1928, frente a los 1.259 de 1919 a 1923) y se redujo el número de huelgas, a lo que contribuyó también el crecimiento económico que se vivió en los "felices años veinte".10

Primo de Rivera intentó atraerse a los socialistas, provocando una división en su seno entre los partidarios de la colaboración con la Dictadura, encabezados por Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero y Manuel Llaneza, y los contrarios, liderados por Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos.
Ganó la postura de los primeros y los socialistas se integraron en el Consejo de Trabajo como consecuencia de la absorción por este nuevo organismo del Instituto de Reformas Sociales, e incluso Largo Caballero formó parte del Consejo de Estado, lo que provocó la dimisión de Prieto de la ejecutiva del PSOE.10 En cambio, la política de la Dictadura respecto de la CNT fue la represión, por lo que la organización anarquista pasó a la clandestinidad.11

Primo de Rivera se consideró a sí mismo el «cirujano de hierro» que debía lograr el «descuaje del caciquismo» del que había hablado Joaquín Costa a principios de siglo.
Restablecimiento de la "paz social", el otro objetivo asignado a las nuevas autoridades militares provinciales y locales fue "regenerar" la vida pública poniendo fin a las redes caciquiles, una vez que la "oligarquía" de los políticos del turno ya había sido desalojada del poder.
Los nuevos gobernadores civiles, todos ellos militares, fueron encargados de investigar los casos de corrupción, admitiéndose al principio las denuncias anónimas, y para auxiliar a los gobernadores se nombraron en cada Partido judicial delegados gubernativos, también militares –más de ochocientas corporaciones locales fueron investigadas y se incoaron más de cien expedientes por haberse detectado irregularidades en ellas-.


En la práctica la medida de nombrar los delegados gubernativos fue "poco efectiva" porque entre ellos "también se dieron casos de corrupción" "e incluso algunos se convirtieron en auténticos caciques".
En realidad, "la razón fundamental de la crisis del caciquismo durante el período de la Dictadura fue la marginación del poder durante tanto tiempo de los partidos del turno", aunque muchos caciques encontraron refugio en el partido único de la Dictadura, la Unión Patriótica.

No hay comentarios: