sábado, 2 de mayo de 2015

LA POLÍTICA DE LOS OPORTUNISTAS

La crisis desatada en Podemos por la renuncia de Juan Carlos Monedero a sus puestos de responsabilidad es una llamada de atención a los ciudadanos que aspiran a encontrar en minorías oportunistas la alternativa al bipartidismo.
Monedero no se ha limitado a abandonar sus cargos internos. Ha hecho un demoledor análisis de lo que representa Podemos como opción política: nada.
Nada constructivo, nada renovador, nada ilusionante, nada democrático.
La ideología de Podemos hace viejo de nacimiento a cualquier partido, porque es la izquierda totalitaria de siempre.
Pero es momento de mirar por elevación, ir más allá de la anécdota Monedero y reflexionar sobre lo que aportan al futuro político de España partidos que surgen alrededor de una persona y luego van construyendo su ideario a retazos, tomando prestadas de otros partidos sus propuestas menos conflictivas y dejando en el éter cualquier compromiso con las cuestiones más espinosas.
Cuando el ciudadano está harto, cualquiera que aparezca con un mensaje a medio camino de PP y PSOE cuenta con el trato de favor de la opinión pública.
Sin embargo, este primer impacto es efímero si tras las personas no hay un programa ideológico para el gobierno de un país.
Podemos se estrelló con su propio vacío cuando tuvo que precisar sus principales propuestas económicas y quiso saldar su confusión con una pirueta imposible que lo llevara del chavismo a la socialdemocracia nórdica.
Unión, Progreso y Democracia tiene un pronóstico aún menos halagüeño, porque no ha sido capaz de demostrar suficiente personalidad política frente a Ciudadanos para mantenerse con vida propia, ni de, por el contrario, ordenar una transición que lo llevara a la confluencia con el partido de Albert Rivera.
Ciudadanos debe tomar buena nota de estos casos de política efímera. La imagen, el marketing, la empatía son condiciones necesarias pero no suficientes para hacerse un hueco al sol de la política, porque la crisis ha desarrollado en los españoles un sentido del escepticismo implacable. No están para bromas, siquiera con el Gobierno que ha evitado la quiebra de la economía española y ha hecho posible su recuperación incipiente.

El ejercicio de la política no es gaseoso, sino sólido y la solidez se demuestra cuando hay que empezar a tomar decisiones. Hablar y pontificar desde la barrera es mucho más fácil que lidiar con un 23 por ciento de tasa de desempleo y una política de reformas y ajustes que remedien lo que este país gastaba por encima de sus posibilidades. Los que no tienen que decidir nunca se equivocan. A los que nada tienen que ofrecer la realidad les pasa por encima. ABC

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